jueves, 17 de abril de 2008

TRANSITO LOCO





Por razones de trabajo y placer, he viajado por distintos lugares del mundo. Nada extraordinario, pero he visitado ciudades de la madre patria (U.S.A.), de la abuela patria (España), hermanos latinoamericanos (Uruguay, Chile, Brasil, etc.) y primos lejanos, como ser Caribe y aledaños.
No conozco Roma (donde dicen que hay bastante caos), pero casi podría asegurar y lo aseguro porque se me canta hacerlo así y porque estoy harto de esta situación, que Buenos Aires (comprendiendo esto sin ningún rigor científico la ciudad autónoma, conurbano, y urbes de la Provincia) es la ciudad más caótica, peligrosa, desordenada y con el mayor porcentaje de maleducados y conductores salvajes del mundo.

Me acuerdo que hace mucho algunas ciudades de Brasil eran de temer al momento de subirse a un auto, o intentar cruzar caminando alguna calle. Hoy puedo decir que por ejemplo en Río de Janeiro, si bien manejan rápido, respetan más al prójimo, mucho más que en la bendita Buenos Aires.

Me dirán que no descubro nada, pero mi locura de hace algunos años, pronosticando (me encanta molestar a los demás prediciendo grandes catástrofes en distintos ámbitos) que el tránsito iba a colapsar, se está cumpliendo puntillosamente, y quizás, superando mis oscuras expectativas.

Es cierto que el Estado hizo nada o menos que eso para acompañar el crecimiento del parque automotor, y del caudal de gente que anda por las calles. Hace mucho que las autopistas, que a muchos nos parecen nuevas o recién estrenadas, necesitan uno o dos carriles más, más rotondas, más controles.

Como decir que al conductor medio argentino poco le preocupan esas rayitas punteadas que a algún imbécil se les da por pintar en las calles, mucho le molestan esas rayan más gruesas -cebras le dicen en España- donde hay peatones desubicados que intentan transitar, mucho que le joden esos postes con tres luces, verdes, amarillas y rojas, que empecinadamente quieren interrumpir nuestras exhibiciones de velocidad en trazado urbano, y ni que hablar de ese adminículo dispuesto a nuestros pies comunmente llamado freno.

Esto sería gracioso si no fuera por la trágico que suele ser, pero reitero que lo que más preocupa es la desaprensión y lo absurdo de los accidentes, accidentes?

Días atrás vimos como un ómnibus embistió un auto que estaba estacionado y lo depositó ...... en la copa de un árbol!!!! Juro que no estoy tomado, y que no le puse Bailey´s al café. Así como les cuento, el choque hizo que el inocente autito (en realidad no sé si tan inocente, ya que normalmente me olvidé de decir que también estacionamos donde nos viene en ganas) volara hacia arriba, quedando depositado entre las ramas de un verde árbol, ante el estupor e indignación de un grupo de gorriones que habían establecido allí su residencia.

También estamos observando como los camiones, resucitados de la mano de la bendita reactivación económica, y conducidos por choferes -imagino- nuevos, con poca experiencia y menos paciencia, están haciendo estragos en las calles.

Graciosamente, en una semana, por solo dar un ejemplo, tres camiones quedaron -en distintos puntos de nuestra geografía- colgados de autopistas, en dos de los casos, y de un puente, en el otro.

Es obvio que estos incidentes no se produjeron por obra y gracia del espíritu santo, ni por exceso de prudencia de estos proyectos de asesinos al volante, sino solo porque ya no nos da la gana aflojar la velocidad en una curva, en un sorpaso a otro vehículo, y todo lo que circula a nuestro alrededor nos molesta; ni que hablar de los que osan permanecer delante nuestro a una velocidad inferior a la que desarrolla nuestro bólido.

Sostengo también, sin ningún tipo de rigor científico ni estadística que pueda validar mi aventurado pensamiento, que si no pasan cosas más graves es por obra de la casualidad o el destino, para aquél que crea en esta entelequia.

Evidentemente, estamos permanentemente buscando la forma de agredir al otro por el solo hecho de estar al volante de un instrumento que nos hace sentir poderosos, conforme el mayor caballaje, mayor velocidad, tipo y modelo, y obviamente, el escudito que llevamos impresos en nuestro capot, llámese BMW, Mercedes, Ford o Citroën.

Esta agresión constante es la que nos lleva a no permitir el ingreso de un vehículo en una rotonda, la incorporación de algún auto en las entradas de las autopistas, a cambiar permanentemente de carril, a aplicarle nuestras poderosas luces de xenón, freón, o comosellame, al inútil que está delante nuestro, y miles de pequeños trucos que tienden a demostrar cuan vivos somos a bordo de nuestro segundo hogar, y cuan estúpidos son los demás.

Más de uno podrá estar pensando: "en todos los sitios pasa esto, hasta que haya una gran catástrofe, y el Estado ponga un poco de orden, y por supuesto, la gente tomará conciencia de respetar las normas de tránsito, de respetar a los demás automovilistas, peatones, etc.", pero saben qué?, en este país pueden pasar las catástrofes más siniestras y los accidentes más absurdos, que igualmente nada cambia.

Solo un ejemplo: En 1993 se incendió la disco Keyvis, y dejó como saldo una veintena de muertos, todos ellos adolescentes y jóvenes; obviamente no debe haber nadie condenado, aunque eso es solo una parte de la historia, pero lo peor es que no se aprendió del lamentable ejemplo y el 30 de diciembre de 2004, se incendió Cromagnon con 194 víctimas fatales.

Cuando secuestraron y mataron a sangre fría a Axel Blumberg, en plena ola de secuestros, yo pensaba para mis adentros, el día que maten a un secuestrado se pudre todo y se termina con este flagelo. Error. Todo siguió igual. También pensé que nunca secuestrarían menores, por la repercursión, que se te viene toda la policía encima, etc., todas boludeces; las bandas secuestran hasta a una abuelita en silla de ruedas.

En los piquetes de todos colores que hemos tenido que aguantar, también pensaba "el día que algún enloquecido se lleve un piquetero puesto con el auto, se termina esto porque el Gobierno no puede permitir que la gente se quiera matar entre ellos"; ERROR, ya van dos o tres casos que el conductor se lleva por delante a quien le corta el camino para reclamar algo, y a nadie parece importarle demasiado.

Así con los tremendos accidentes de micros con contingentes de estudiantes; se puede dar uno hoy la piña con varios muertos como resultado, y como no pasa nada, mañana puede ocurrir lo mismo.

En el último fin de semana largo, se hizo un operativo en el cual detenían a los autos en los peajes, o en lugares determinados para ver si el conductor tenía alcohol en sangre; imagino que habrá habido alguno que estuviera medio en pedo, otros tantos que no, etc. Pero lo que este operativo no reparaba es en el manejo despiadado de todo el mundo, que -los políticamente correctos me van a criticar- es mucho peor que uno o dos borrachos que anden manejando, que por supuesto también es algo indeseable.

De más está decir que esos pocos controles duraron tan solo ese fin de semana, hoy estimados borrachos y drogados, pueden andar tranquilamente con sus vehículos pisando gente y animalitos.

De todas maneras, y sin miedo a parecer trillado, creo que todo se debe a la grandísima incultura en la que estamos inmersos, sin que esto pueda excluir a los supuestamente más educados; es tan nocivo, maleducado e inculto, aquel que anda con un Dodge 1500 del 75, sin luces y con su guardabarros arrastrado por el piso, como que orondo va con su 4x4 de tres metros de altura, poniéndote las luces en la nuca y a diez centímetros de tu auto.

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